martes, 13 de noviembre de 2007

subiendo al Sicomoro.

Muchas veces sabemos que hablan de nosotros, que somos pequeños, sabemos nuestras propias limitaciones. Estamos en un pequeño pueblo, alejados, sintiendo que nada tiene sentido salvo nuestra propia riqueza material, nos ahogamos en este mundo material, somos como Zaqueo, todos somos Zaqueo. Un hombre que se sabe repudiado por su sociedad, pequeño, que aún asi quiere cambiar, quiere ver a Jesús, y para esto, sube a un arbol, para contemplarlo, la sorpresa de Zaqueo es mayúscula cuando ve que el mismo Jesús lo mira y le dice: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa"

Y es increible que a pesar de que somos tan pequeños que aún asi, encontramos la fuerza para comenzar a subir el sicomoro. Porque queremos cambiar, queremos impulsarnos en algo, ver algo más grandioso que nosotros mismos, que ¡está aqui! Aunque no nos pueda ver, queremos verlo de cerca, ver como es.

Pero sin embargo, es tanto lo que nos ama, que aunque estemos en lo alto del sicomoro, Él nos miró con el amor de siempre, paciente, porque despues de todo, siempre nos ha estado esperando, nos formó en las entrañas de nuestra madre, nos ha dado una historia, no solos, la ha escrito con nosotros, y hace que abramos nuestro corazón, abriéndole las puertas de nuestra casa, y de esta forma, salvarnos.

Siento que ya comenzé a subir el sicomoro, por fin comenzé a subir el sicomoro, es un camino díficil, sobretodo porque algunas ramas están tan altas que no las puedo alcanzar, y algunas ramas tienen espinas... sé que habran muchos momentos en que querré terminar con esto, bajar el sicomoro, pero no me puedo rendir, no, la verdad es que no me quiero rendir, quiero llegar hasta el final del arbol, quiero verlo, y sé que el me verá de vuelta, sé que podrá venir a mi casa.

Y aunque esté en los momentos de desolación, Él me va a dar su mano, y me va a levantar, y en el caso de que sienta que camino sola por la playa, sé que sus huellas van al lado de las mías... porque me ama, y no hay amor más grande que este. Pase lo que pase, siempre estará ahí.

No me di ni cuenta, y al ver todo esto escrito, estoy llorando... pero de gusto, de gusto.